Frecuentemente muchos de los pacientes que ingresan en la
unidad en algún momento del ingreso por diversas circunstancias van a requerir
la administración de sedación intravenosa, ya sea de manera puntual o en
perfusión.
El estrés, la angustia o la agitación pueden ser frecuentes
en los enfermos críticos, por ejemplo por ansiedad, por dificultad en la
comunicación, por dolor, delirium, disnea… Además la agitación puede propiciar
dificultades como la desincronización con el respirador, la retirada por parte
del paciente de los diferentes dispositivos (accesos vasculares, drenajes…).
Por ello en ocasiones es preciso administrar fármacos que proporcionen una
sedación adecuada. El grado de sedación va a ser indicado por el médico en
función de la patología del enfermo y de los procedimientos e intervenciones
que se realicen. Lo ideal sería que el paciente esté tranquilo y se pueda
despertar fácilmente una vez retirada la sedación.
Existen diferentes fármacos empleados en la sedación del
paciente, sin embargo en la unidad los que se emplean con mayor frecuencia son
el midazolam y el propofol.
Actúan fundamentalmente sobre un receptor inhibitorio que
frena los neurotransmisores excitatorios.
En cuanto al midazolam es una benzodiazepina de inicio de
acción rápido 2-6 minutos y cuya acción dura entre 60-120 min. En función de la
dosis administrada se consigue ansiolisis, sedación o hipnosis. Puede causar
depresión respiratoria asociada a opiáceos o si existe patología pulmonar
previa en función de la dosis y la rapidez de infusión.
A pesar de que su empleo se asocia a un perfil hemodinámico
estable, la dosis de carga debe administrarse con precaución en situaciones de
hipotensión previa, hipovolemia, o hipotermia. Entre la afectación que produce
a nivel cardiovascular hay gran variabilidad individual, pero puede descender
entre un 5 y 15% la presión arterial y aumentar entre el 15 al 20% la
frecuencia cardiaca.
Respecto al propofol es un hipnótico lipofílico, lo que
deberá considerarse en su administración para que en caso de que por una misma
luz deban administrarse varios fármacos se administre con otras soluciones
lipídicas. Además se recomienda su administración por vía central ya que la
administración por VVP puede ser dolorosa y presentar mayores complicaciones. Tiene
un inicio de acción más rápido que el midazolam (de 1-2 minutos) y debido a su
acción más corta que el mencionado la recuperación es rápida tras suspender su
administración. Su administración puede causar inestabilidad cardiovascular con
hipotensión y también puede aparecer bradicardia, por ello deberá administrarse
con precaución en pacientes con inestabilidad hemodinámica o añadir un soporte
con drogas vasoactivas. Por último decir que debido a que se formula en una
emulsión que contiene huevo hay que evitar su administración en pacientes
alérgicos al huevo.
Es cierto que los fármacos son pautados por el médico, pero
enfermería debe conocer los efectos adversos y vigilar el estado hemodinámico
del paciente, debido a que ambos pueden alterarlo en mayor o menor grado.
Además como el objetivo es mantener sedado al paciente en diferente grado según
el paciente, la finalidad y lo que indique el médico; enfermería debe valorar
continuamente el grado de sedación. Para ello existen diferentes escalas
observacionales o subjetivas que ayudan a valorar el nivel de conciencia, la
presencia de agitación o la sincronía con la ventilación mecánica. Son subjetivas
ya que en función de la persona que lo valore la puntuación puede oscilar
levemente.
Las escalas que he observado que se emplean con mayor
asiduidad en la unidad para valorar el grado de sedación son la escala SAS y la
escala RASS.
La escala SAS (Sedation-agitation-scale) valora el grado de
agitación y el mayor o menor nivel de conciencia. Está graduada del 1 al 7
donde 1 indica una sedación muy profunda y 7 un grado de agitación peligroso.
La escala de sedación RASS (Richmond Agitation-Sedation
Scale) ofrece más información tanto en la fase de de sedación como de
agitación.
Sin embargo presentan algunas limitaciones como por ejemplo
que no permiten valorar el grado de sedación cuando a un paciente se le
administra un bloqueante neuromuscular o cuando se precisa sedación profunda,
ya que indican que la sedación es profunda pero no en qué grado, por lo que
habría que plantearse el empleo de otros modos de valoración de la sedación
como por ejemplo mediante el BIS.
Nicolás J M, et al. Enfermo
crítico y emergencias. Barcelona: Elsevier, 2011.
Gómez Ferrero O; Salas Campos L. Manual de enfermería en cuidados intensivos. 2ª ed. Monsa Prayma,
2008.
Bien, nada que objetar. Es una entrada muy completa sobre las escalas de valoración de la sedación.
ResponderEliminarUn saludo.
Que bien que compartan información como esta porque para toda aquella persona que le interese le es de mucha utilidad. Gracias por la información en lo personal me ha servido de mucho. Dios les BENDIGA A TODOS
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