El simple acompañamiento durante mayor tiempo por parte de los familiares, ya podría suponer un beneficio para el paciente, principalmente a nivel psicológico, lo que puede influir también en la recuperación y actitud del paciente. Aunque la visita familiar puede suponer una situación de mayor desgaste físico para el paciente, creo que son mayores los beneficios que perjuicios para el paciente, principalmente si su situación ya es más estable,
Sin embargo la realidad es que en este tipo de servicios (comprobándolo con la unidad en la que me encuentro) existe un horario de visitas muy restringido, que aún siendo ampliado en algunos casos, sigue siendo muy escueto, de unas tres horas en total repartidas en dos turnos en el día. Esto fue lo que más me llamó la atención cuando me explicaron el funcionamiento de la unidad, ¿sólo una hora y media de visita al cabo del día? Mientras que en otras plantas pueden estar acompañados las 24 horas; es cierto que el enfermo está grave, pero ¿acaso la familia nos estorba? Desde una particular opinión considero que no. No obstante la mayoría de los servicios de medicina intensiva establecen limitaciones al acceso de familiares y allegados bajo el convencimiento de que protegen al propio enfermo; pero esta política restrictiva contrasta con la ausencia de evidencia de que las visitas aumenten el estrés del enfermo, que aumente el riesgo de infección nosocomial ni ningún otro argumento proteccionista, y en cambio se ha demostrado que las visitas favorecen la comunicación, contribuyen al bienestar del enfermo (físico y psicológico), transmiten un mensaje de incremento de valor de nuestro trabajo y fomentan su humanización.
He observado también una escasa o nula integración de la familia en los cuidados, y a decir verdad en general una pobre relación e interacción por parte de los profesionales con los familiares de los pacientes; pero me planteo ¿sería posible una mayor integración de la familia en los cuidados del paciente?
La familia en ocasiones se puede ver como un elemento que dificulta los cuidados que se deben prestar en este tipo de servicios especiales, los cuales se programan de modo que durante el horario de visita se minimicen o no haya que realizar ningún cuidado pautado al paciente, salvo que la situación cambie y lo requiera.
Descarto el implicarles en la realización de cuidados avanzados por falta de formación, porque la responsabilidad por ejemplo de administrar una medicación o realizar una técnica invasiva y de sus posibles complicaciones por cualquier error será de la enfermera. Además en situaciones en que se requiera actuar de urgencia desconocemos la reacción del familiar ante una situación estresante por lo que podría dificultar nuestro trabajo.
Creo que sería más coherente tratar de implicarles sobre todo una vez la situación del paciente sea de cierta estabilidad clínica, en este caso para empezar debería valorarse la ampliación del horario de visita dentro de las normas de la unidad. El personal de enfermería debería tratar de relacionarse con la familia, resolviendo ciertas dudas (dentro de la legalidad y de lo que permita su profesión) informándoles sobre cómo va avanzando el paciente (en cuestiones básicas cómo si está tranquilo, animado, etc…), sobre la medicación que tiene puesta y el por qué de los cuidados que por ejemplo se realicen mientras ellos estén presentes…además de interesarse por cómo están viviendo la situación, realizando apoyo si es preciso, ya que si el estado emocional y afrontamiento de la situación por parte de los familiares es adecuado, será de mayor ayuda para el paciente. Aunque no se les implicara directamente en los cuidados físicos al paciente, la familia puede ser por sí misma sin necesidad de implicarles un elemento básico en los cuidados y atención a las necesidades más psicosociales del paciente. A pesar de ello, si por ejemplo el paciente estuviera sedado, intubado… se debe animarles a que le hablen, le toquen, le hagan notar su presencia y apoyo…
Puede ser especialmente útil la presencia y colaboración de la familia, previamente instruida, en una técnica habitual en UCI, como es la desconexión o destete de la ventilación mecánica, que en ocasiones presenta gran dificultad. En este proceso, el paciente tiene un gran protagonismo, mediante el contacto físico, la voz y la comprensión del familiar colaborador puede hacer que la natural ansiedad en la que se desarrolla este tipo de técnica se consiga reducir, para a su vez reducir el tiempo necesario para llevarlo a cabo. De hecho en la unidad si he observado que por ejemplo cuando se va a colocar al paciente en tubo en T, se trata que sea al levantarle y cuando está la familia.
Por último considero que si en alguna necesidad más física en concreto podría implicarse a la familia, sería en la alimentación, en pacientes con dieta oral, y en la higiene del enfermo. Para ello habría que ajustarlo al horario de visitas o ampliar las mismas. El que participen en estos cuidados creo que supone una aportación significativa para el paciente, que puede ayudar a disminuir el sentimiento de soledad y quizá ansiedad, y denotaría una aceptación por parte de los profesionales de la UCI hacia los familiares como colaboradores en los cuidados del paciente y para la familia supondría mayor tiempo que pueden estar acompañando a su ser querido. Puntualizar que está claro que para esta implicación debe haber un interés y aceptación tanto de los familiares a los que se les propone como del paciente, si es posible.
Finalmente, como profesional pensando en la situación del paciente y las familias, y como persona que se imagina que si tuviera un familiar en UCI le gustaría disponer de mayor tiempo a su lado, creo que sería beneficioso plantearse un cambio en relación a todo lo expresado. No obstante entiendo que esto no es algo tan sencillo y que depende también de cuestiones administrativas, de lo que supone cambiar normas establecidas… y no sólo de la particular opinión de una futura enfermera.
Bibliografía de apoyo:
Montes Vázquez, Manuel. La familia como parte activa en los cuidados del paciente crítico. Evidentia. 2008 sep-oct; 5(23). Disponible en: http://www.index-f.com/evidentia/n23/ev6799.php
Nicolás J M. Enfermo crítico y emergencias. Barcelona: Elsevier; 2011.
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